Cuando el cerebro no alcanza: el instinto como socio estratégico
Aunque muchos lo descartan por “irracional”, el instinto es una herramienta poderosa en la toma de decisiones empresariales. ¿Qué dice la ciencia? ¿Y cómo puede ayudarte a decidir mejor cuando los datos no alcanzan? Exploramos el lado invisible del liderazgo.

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A veces no sabés por qué… pero sabés.
Esa sensación de “ésto va por acá” o “mejor ni me meto” aparece antes que cualquier Excel, informe o reunión de equipo. Le decimos corazonada, olfato, sexto sentido, o simplemente instinto. Y aunque suene poco profesional, hoy la ciencia lo reivindica como un aliado clave para empresarios y emprendedores.
El enfoque científico: ¿qué es el instinto?
Desde el punto de vista neurológico, lo que llamamos “instinto” tiene que ver con procesos inconscientes que se forman por una mezcla entre experiencia pasada, patrones mentales y emociones. El cerebro reptiliano —la parte más antigua de nuestro sistema nervioso— toma decisiones rápidas para sobrevivir, mientras que el sistema límbico conecta esas decisiones con nuestras emociones.
Según investigaciones del neurocientífico Antonio Damasio, incluso las decisiones más “racionales” están influenciadas por emociones que operan fuera del radar consciente. Ésto explica por qué, a veces, cuando “tenés un mal presentimiento”, tu cuerpo está reaccionando a señales sutiles que tu cerebro aún no procesó del todo.
Y no es magia: es eficiencia biológica.
¿Seguir el instinto o no?
Ahora bien, ¿qué hacemos con ésto en el mundo empresarial? ¿Hay que seguirlo siempre? ¿Es más sabio el que duda de sus corazonadas?
Cuando sirve:
- Cuando tenés experiencia acumulada en un rubro y algo “no te cierra”.
- En situaciones límite donde no hay tiempo para análisis profundos.
- Para elegir socios, empleados o alianzas: la intuición social puede detectar señales que el CV no muestra.
Cuando no alcanza:
- En decisiones técnicas o legales donde la falta de información puede ser fatal.
- Cuando estás arrancando y todavía no tenés el “músculo” empresarial entrenado.
- Si estás muy estresado o emocionalmente alterado: ahí el instinto puede confundirse con el miedo o la impulsividad.
¿Y qué pasa con el carácter?
Acá entra otro factor clave: el perfil del que decide.
Los miedosos desconfían de su instinto porque les falta seguridad. Dudan, posponen, le piden a cinco personas su opinión y, mientras tanto, pierden tiempo y oportunidades.
Los arrebatados, en cambio, siguen su instinto sin filtro. Deciden rápido, pero muchas veces por impulso o por necesidad de “hacer algo ya”. Y terminan cometiendo errores que se podrían haber evitado.
El equilibrio está en construir una intuición entrenada. Una que se apoya en experiencia, pero que también se permite escuchar el cuerpo, la emoción, lo que no entra en la planilla.
Reflexión final: el instinto como herramienta, no como excusa
El instinto no reemplaza a la estrategia, pero la complementa. No se trata de elegir entre datos o corazonadas, sino de integrar ambos mundos. Porque al final del día, una buena decisión empresarial no siempre es la más lógica, sino la que te deja dormir tranquilo.
Así que, emprendedor, empresario o capitán de PyME: no subestimes esa vocecita interior. Capaz no tiene títulos ni powerpoints… pero tiene calle.