Del desafío a la oportunidad: un negocio argentino que florece en la tormenta económica. Telecom vs Telefónica
En medio de la inestabilidad económica argentina, un ambicioso negocio logró convertir la crisis en oportunidad. Ésta es la historia de cómo, con ingenio y resiliencia, una empresa afrontó obstáculos enormes y demostró que emprender en Argentina sí es posible.

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Un gigante frente a la tormenta económica
Argentina atraviesa tiempos desafiantes: inflación persistente, devaluación monetaria y un mercado impredecible. En este contexto, Telecom Argentina, uno de los gigantes de las telecomunicaciones del país, tomó una decisión valiente. Mientras muchos negocios recortan planes o huyen de la incertidumbre, Telecom vio una oportunidad única: adquirir las operaciones locales de Telefónica (Movistar), la histórica empresa española que decidió retirarse del país tras décadas de presencia. Este movimiento, tan audaz como arriesgado, se gestó en pleno temporal económico. ¿El objetivo? Transformar una crisis en una plataforma de crecimiento, demostrando una confianza inquebrantable en el futuro argentino.
Desde el comienzo, el escenario no era fácil. Telefónica buscaba irse debido a un mercado cada vez más complejo y exigente. Sin embargo, donde otros veían solo dificultades, Telecom vislumbró potencial. “Negocios son negocios”, dirían algunos: incluso en un entorno adverso, las empresas decididas encuentran la forma de avanzar. Telecom decidió apostar fuerte por el país justo cuando el contexto invitaba a la cautela.
Obstáculos en el camino
Llevar adelante esta operación titánica implicó enfrentar obstáculos económicos enormes. Para empezar, el monto de la compra era significativo (se habla de más de mil millones de dólares) en un país con acceso limitado a divisas y tasas altísimas. Conseguir financiamiento en Argentina –donde la inflación aún no se detiene y la incertidumbre espanta a inversores– parecía una tarea imposible. Además, existía el riesgo regulatorio: una fusión de este calibre levantó alertas sobre posibles prácticas monopólicas en el mercado de telecomunicaciones. El propio gobierno nacional inicialmente mostró reparos, evaluando la operación con lupa por el temor a una concentración excesiva.
A ésto se sumaba el desafío diario de operar en una economía volátil. Las proyecciones financieras podían cambiar de la noche a la mañana por una devaluación sorpresa o un salto inflacionario (creemos que no). Pagar proveedores, mantener salarios y servicios en pie mientras se planeaba una expansión tan grande requería una coordinación casi sobrehumana. ¿Cómo seguir adelante cuando el terreno tiembla bajo tus pies? Esa era la pregunta que este negocio debía responder a cada paso.
Estrategias audaces para avanzar
Lejos de amedrentarse, la empresa desplegó una estrategia creativa y audaz para concretar su visión. Dado que el crédito local era insuficiente, Telecom tejió alianzas con bancos internacionales y socios estratégicos del exterior. De hecho, la compra se estructuró mediante una compleja ingeniería financiera “al mejor estilo Primer Mundo”, algo poco visto en Argentina en mucho tiempo. Grandes entidades como BBVA, Santander, ICBC y Deutsche Bank se involucraron para armar el paquete financiero. ¿El resultado? Cerca del 90% del valor de la operación fue financiado con préstamos y apalancamiento externo, un porcentaje inusual en este tipo de acuerdos. En condiciones normales, cualquier comprador habría tenido que poner mucho más capital propio (¡y más siendo una empresa de un país emergente!).
¿Por qué los financistas confiaron? Hubo varios factores clave. Por un lado, Telecom contó con el respaldo de socios de peso: el Grupo Clarín (líder mediático local) y Fintech (fondo inversor internacional) apoyaron la iniciativa, aportando credibilidad y trayectoria. El socio mexicano David Martínez –conocido por sus inversiones audaces en Argentina– fue pieza central para conseguir el dinero: su buen reporte de crédito internacional dio confianza a los bancos, garantizando que la deuda sería honrada. Por otro lado, Telefónica estaba decidida a vender. La compañía española tenía prisa por salir del “muy complicado mercado argentino”, lo que permitió destrabar negociaciones rápidamente. Esa combinación de urgencia por un lado y determinación por el otro allanó el camino del trato. En síntesis, donde faltaban recursos, sobraron creatividad financiera, negociaciones inteligentes y fe en el proyecto.
Pero la estrategia no fue solo financiera. La empresa también mostró flexibilidad para adaptarse a las condiciones. Ante las preocupaciones del gobierno por la competencia, Telecom se abrió a dialogar y hasta considerar desprenderse de parte de sus negocios si fuese necesario, con tal de cumplir las regulaciones y hacer realidad la fusión. Esta actitud negociadora envió un mensaje poderoso: la compañía estaba dispuesta a ajustar su plan, pero no a renunciar a él. Con cada obstáculo, respondió con una solución: nuevas formas de pago, reestructuración interna, o planes de inversión a largo plazo enfocados en mejorar servicios sin subir costos desmedidos a los clientes. En vez de excusas, buscaron soluciones.
El mensaje: resiliencia argentina en acción
La travesía de Telecom para lograr este negocio emblemático deja una enseñanza inspiradora. En el corazón de esta historia hay una palabra que brilla con fuerza: resiliencia. Significa adaptarse y salir fortalecido de la adversidad, exactamente lo que hizo esta empresa. Tomó un riesgo enorme en medio de un temporal económico, y lo convirtió en un hito empresarial. Donde otros veían derrota segura, ellos vieron la posibilidad de florecer en la grieta: como ese pequeño brote verde que se abre paso entre el asfalto agrietado, desafiando todas las predicciones.
¿Qué nos deja este caso a los emprendedores y profesionales argentinos? Primero, la convicción de que aún en las peores crisis se pueden crear oportunidades. No importa cuán difícil se ponga el panorama —inflación, incertidumbre política, competencia feroz—, siempre habrá espacio para innovar y encontrar caminos alternativos. También nos recuerda el valor de la creatividad: pensar fuera de lo convencional, buscar apoyos inesperados, reinventar las reglas del juego si hace falta. Y, por supuesto, la importancia de la perseverancia. Las grandes ideas no se abandonan ante el primer escollo; se ajustan, se pelean, se trabajan hasta hacerlas realidad.
En un país donde el contexto a veces parece desanimar, historias como la de Telecom iluminan el camino. Hablan de trabajo argentino incansable, de gente que apuesta por su tierra y sus talentos aún cuando el pronóstico es reservado. Hablan de creer en uno mismo y en el equipo, de tener la mirada puesta más allá de la tormenta, en ese futuro mejor que sabemos que es posible construir. Esta historia real nos invita a soñar en grande, a resistir la tentación de bajar los brazos y a recordar que, al final del día, las crisis pasan y las personas y empresas resilientes perduran.
Así como Telecom integró a Telefónica y se reinventó en plena crisis, vos también podés transformar los desafíos de hoy en los logros de mañana. Cada obstáculo es una chance de crecer, cada caída una lección para levantarse con más fuerza. Argentina necesita de ese espíritu emprendedor que no se rinde, y casos así demuestran que ese espíritu está vivo. Hoy más que nunca, seguí adelante: con pasión, con ingenio y con la certeza de que, si otros lo lograron, vos también podés lograrlo.
¡Adelante, emprendedores! En cada problema duerme una solución creativa esperando por vos. La historia de este negocio argentino es prueba de que, con visión y coraje, no hay tormenta que dure para siempre ni sueño que sea imposible.
Acá estamos, para ayudarte a organizar tu emprendimiento.
Cr. Mauro Lobos