Estrategia en los Negocios: Integrar Visión, Acción e Improvisación Consciente
“La visión sin acción es un sueño. La acción sin visión, una pesadilla.” — Proverbio japonés
En el mundo de los negocios, hablar de estrategia puede parecer algo reservado
a grandes planes corporativos o a largas presentaciones de PowerPoint. Sin embargo, en su esencia más pura, la estrategia es mucho más que eso: es la capacidad de pensar con claridad hacia el futuro, actuar con coherencia en el presente y adaptarse con inteligencia a lo inesperado.
Esta idea cobra especial fuerza si atendemos al proverbio japonés que encabeza
este ensayo, es un tema en el cual me gusta enfocarme.
La visión sin acción es como un plan brillante pero inútil, un mapa que nunca se
usa.
La acción sin visión, por el contrario, puede parecer productiva, pero conduce al
desgaste, la confusión y el agotamiento.
Ambos extremos, por separado, fallan.
Lo que falta muchas veces en los negocios actuales no es ni visión ni acción.
Lo que falta es la integración entre ambas.
Visión: Claridad en la Incertidumbre
En un entorno empresarial cambiante y competitivo, la visión es más que una
declaración inspiradora.
Es tener claridad sobre lo que realmente importa, incluso cuando el futuro es
incierto.
Tener visión es:
• Saber hacia dónde se quiere ir y por qué.
• Conocer las posibles consecuencias de las decisiones.
• Anticiparse a los obstáculos.
• Contemplar caminos alternativos sin perder el rumbo.
La visión es ese norte que permite alinear a los equipos, enfocar recursos y priorizar lo esencial por sobre lo urgente. No se trata de adivinar el futuro, sino de definir un propósito lo suficientemente fuerte como para resistir la volatilidad del entorno.
Acción: Coherencia y Sostenibilidad
La visión, sin acción, se desvanece.
En el mundo real, las ideas deben convertirse en decisiones, tareas y resultados.
Pero cuidado: no toda acción es productiva.
Actuar sin visión es moverse sin dirección.
“No se trata de cómo administras tus tiempos...se trata de cómo defines tus
prioridades..."
Es:
• Cambiar prioridades cada semana.
• Llenar agendas sin sentido.
• Trabajar más rápido, sin saber por qué.
En apariencia, se avanza. Pero en el fondo, se desgasta la energía, se pierde el foco y se debilita el compromiso.
La acción estratégica es aquella que traduce la claridad en pasos coherentes,
sostenibles y con dirección. Es actuar con propósito, no por inercia.
Improvisación Consciente:
Flexibilidad con Propósito (un tema que ampliaré en otro paper)
Un componente muchas veces subestimado dentro de la estrategia es lo que podemos llamar “improvisación consciente”.
• No se trata de actuar sin pensar.
• Tampoco de cambiar de rumbo cada vez que surgen dificultades.
Se trata de saber cuándo y cómo ajustar el plan original sin perder de vista el objetivo.
Improvisar conscientemente es:
• Adaptarse con criterio.
• Responder a los cambios del contexto.
• Conservar la dirección estratégica, ajustando los medios.
En un entorno tan dinámico como el actual, esta habilidad se vuelve tan estratégica
como la planificación misma.
Una empresa que no sabe improvisar está condenada a la rigidez.
Una que solo improvisa, sin visión ni dirección, está condenada al caos.
Conclusión: Liderar con Estrategia Viva
Los líderes verdaderamente estratégicos no se obsesionan con la próxima gran
idea ni con la siguiente tarea urgente.
Se obsesionan con alinear visión y acción, con mantener un ritmo coherente y
con construir culturas que piensen y actúen con propósito.
La estrategia, entonces, no es solo planificación.
Es una práctica viva que requiere:
Visión, para orientar.
Acción, para concretar.
Improvisación consciente, para adaptarse.
Integrar estas tres dimensiones no solo mejora los resultados: transforma la forma en que lideramos y hacemos negocio.
Martin S. Pianciola
MPA
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