La historia de Clara: cuando un seguro evitó que su familia lo perdiera todo
Clara tenía 43 años, dos hijos adolescentes y una vida que parecía tranquila. Su marido, Fabián, era el único sostén económico del hogar. Ella, ama de casa, siempre decía: —“Yo me encargo de que todo funcione.” Y lo hacía.
Hasta que un día, Fabián no volvió del trabajo.
Un accidente de tránsito, de esos que uno piensa que les pasan a otros.
Pero esta vez fue a ella.
El dolor fue enorme. Pero no lo fue todo.
En medio del duelo, Clara tuvo que pensar en la escuela de los chicos.
En la obra social.
En el alquiler.
En el supermercado.
Pero algo cambió el curso de las cosas:
Fabián tenía un seguro de vida.
No era enorme.
No era carísimo.
Era justo.
Y gracias a eso:
- Los chicos no dejaron el colegio.
- No tuvieron que mudarse.
- Clara pudo respirar… y reconstruirse.
Esta historia no es ficción.
Es real.
Pasa todo el tiempo.
Pero muchas veces con otro final… porque no hubo previsión.
Un seguro de vida no evita el dolor.
Pero puede evitar el derrumbe.
Si tenés personas que amás, tenés razones para cuidarlas.
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