Foto de Klemen Vrankar en Unsplash

El 9 de julio era martes y el sol brillaba en Tucumán. La sesión comenzó a las dos de la tarde. Bajo la presidencia del sanjuanino Narciso Laprida, el secretario, Juan José Paso, preguntó a los congresistas “si querían que las Provincias de la Unión fuesen una nación libre de los reyes de España y su metrópoli”. La propuesta fue aprobada por aclamación. El Acta de Independencia declaraba “solemnemente a la faz de la tierra, que era voluntad unánime e indubitable de esas provincias,  romper los vínculos que las ligaban a los Reyes de España, recuperar los derechos de que fueran despojadas e investirse del alto carácter de nación independiente del Rey Fernando VII, sus sucesores y metrópoli”.

Hasta acá. los hechos son conocidos.

Pero, lo que sigue a continuación,  no está tan difundido:

"Mejor, un príncipe inca".  Belgrano propuso ante los congresales,  el establecimiento de una monarquía moderada, encabezada por un príncipe inca. Fue apoyado por San Martín, Güemes y los diputados del Alto Perú,  quienes propusieron que la capital del reino fuera el Cusco. Los enviados de Buenos Aires dijeron que la idea era “ridícula” porque no se aceptaría a “un rey en ojotas”. Pasaban los meses, las batallas entre monárquicos y republicanos se hacían cada día más intensas y no llegaban a un acuerdo.

Otra perlita:

"También te lo digo en quechua". El acta que declaró la independencia de nuestro país fue escrita en español y en quechua. Los historiadores dan cuenta que la influencia del idioma de los pueblos originarios del Norte y del Alto Perú tenían una fuerte presencia e influencia. El autor fue el congresista José Mariano Serrano, de Chuquisaca. El primer párrafo comenzaba así: "Kay sumaq ancha kamayoq San Miguel Tukmanmanta hatun llaqtapi, waranqa pusaq pachak chunka soqtayoq wataq qanchis killaq isqon p`unchayninpi llaqtancheqrayku qhawanankupaq"...

Baile, romance y novias. Luego de la Declaración de la Independencia, el salón que ocuparon los congresistas en la casa de Francisca Bazán de Laguna (una conocida vendedora de empanadas), se llenó de vestidos, mujeres y música. Una pequeña orquesta puso las notas a los minués y pasodobles, mientras que algunos guitarreros animaron las zambas. Entre los bailarines, que usaban un gorro frigio -símbolo de la libertad-,  se destacó Manuel Belgrano, que esa noche se enamoró de Dolores Helguera, la futura madre de su hija. En el transcurso del baile, Lucía Aráoz, una nena de nueve años fue coronada como reina de la celebración y durante toda la vida la llamaron "la novia de la Patria". El 25 de julio se organizó un baile para todos los habitantes de Tucumán, que fue prologado por un desfile militar y varios discursos patrióticos.

Las primeras en reconocer a la Argentina como país independiente, fueron las Islas Hawai, una nación monárquica,  en 1818.  Luego, lo hicieron: Portugal,  en 1821 y Estados Unidos en 1822. En 1823 Francia envió representantes a Buenos Aires para negociar el reconocimiento de la independencia.

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