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En la Argentina no hay impedimentos legales específicos que prohíban los romances de oficina. Sin embargo,  cada vez son más las empresas que, a fin de evitar inconvenientes y bajas en la productividad, reglamentan en su Reglamento Interno  sus políticas  en caso de que surjan noviazgos o affaires entre sus  empleados.

A la hora de conseguir pareja, las estadísticas muestran que el lugar de trabajo gana por goleada, incluso superando el ámbito universitario.

Si se tiene en cuenta que el argentino promedio trabaja unas 2.500 horas al año, no es descabellada la cifra que surge de una reciente encuesta en la que el 30% de los empleados admite haber tenido algún tipo de affaire en la oficina.

El real problema para los empresarios en realidad, no es sólo cómo abordar el tema del romance en la oficina, sino su consecuencia: ¿cómo manejar la situación de encontrar a dos integrantes de su Personal teniendo sexo en el baño?


Mientras que en países como Estados Unidos o Gran Bretaña desde hace varios años se vienen firmando “contratos de romance” debido a la ola de demandas por acoso sexual o discriminación, en nuestro país no se prohíben lo vínculos amorosos entre dos personas dentro de la oficina, siempre y cuando los enamorados declaren abiertamente que son pareja. “El romance no es causal de despido pero hay una serie de normativas que deben ser bien explicitadas”, se advierte.

En este sentido, si la relación es de subordinación, la empresa invita a alguno de los miembros de la pareja a pasar a otra área y, de no ser posible dicha transferencia, la organización solicita la renuncia de una de las partes.

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Como se advierte fácilmente, este post no trata  acoso sexual y, aunque se ha mencionado el tema del romance consentido entre dos empleados/as, tampoco es el tema principal. Aquí estamos planteando qué actitud tomar cuando una relación sexual queda al descubierto, dentro de las oficinas y/o predio de la Empresa.

¿Es causa justa para un despido? ¿Está convenientemente explicado en  el Reglamento Interno?  De tomarse una medida más tolerante, ¿bastará con cambiar a uno de los dos de sección? Si adoptamos una medida más drástica, ¿pedimos la renuncia a uno?  ¿ y si no quiere renunciar?


Tampoco son penados aquellos empleados que son infieles, (es decir, cuando uno de los miembros está casado y tiene un affaire en la oficina) por el sólo hecho de serlo. Si ella o él está casado y es una relación furtiva, extramatrimonial, pero que se blanquea en el ámbito laboral no se penaliza con más fuerza. Se siguen los mismos procesos y las mismas restricciones para los romances de oficina en general. No agrava la situación.  

En caso de que los involucrados trabajen en distintas empresas, que compiten entre si, tampoco hay regulaciones desde el marco legal pero en general las compañías optan por solicitar a alguna de las partes que renuncie.  

La Ley de Contrato de Trabajo no establece imposibilidad alguna a la relación afectiva entre empleados, sean éstos de igual o diferente categoría. La cuestión es cómo se comporta la pareja refiriéndonos exclusivamente a su conducta en la oficina: el decoro, la sexualidad, los toqueteos, los arrumacos, las peleas, las discusiones, todo contribuye a alterar el clima laboral. Hay que pensar en el resto.

Lo lógico es  advertir a las empresas que establezcan en forma clara y precisa la limitación que pretendieran efectuar a la vinculación íntima de los empleados.

Además de plasmarlo en los respectivos reglamentos internos, deberán contar con la recepción y conformidad de cada empleado al momento mismo del inicio de la relación laboral. Se evita con ello la invocación, por parte de los empleados, de modificaciones o alteraciones de la relación de trabajo, hoy actualmente prohibidas por el art. 66 de la Ley de Contrato de Trabajo.

En cuanto a los efectos que puede tener el romance sobre la productividad de la pareja, varios estudios consignan que en general los enamorados, en tanto la relación afectiva no sea conflictiva, aumentan su motivación e interés en el trabajo. La productividad de cada uno de los miembros de la pareja aumenta un 20%.

De todos modos, los inconvenientes en la organización afloran cuando comienzan los conflictos, hay rupturas, denuncias o manejos de poder. Este tipo de situaciones afectan la productividad de los enamorados e inevitablemente enrarecen el clima laboral de la oficina. De persistir los conflictos, las empresas acuden en general a la justicia.

Sin embargo, en estos fallos, no se discute la relación de romance ya que la empresa puede ser acusada de discriminación. Lo que si se puede alegar es baja de productividad o de mal desempeño.

Asimismo las encuestas demuestran que los empleados ven con buenos ojos los romances de oficina entre compañeros/as  siempre y cuando no haya una relación de subordinación y poder entre los miembros.

Según la encuesta Randsstadt,  el 53% de los entrevistados admitió que le interesaría tener una relación sentimental en la oficina. Tan sólo el 10% dijo que a pesar de que aprueba el romance, no tendría ningún tipo de vinculación afectiva de haber una relación de poder, es decir, con un jefe.

Lo único que sí está regulado es que, si este romance se transforma en una convivencia estable (familia), el empleador no podrá darles distintas fechas de vacaciones.  

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Tampoco son penados aquellos empleados que son infieles, es decir, cuando uno de los miembros está casado y tiene un affaire en la oficina. “Si ella o él está casado y es una relación furtiva, extramatrimonial, pero que se blanquea en el ámbito laboral entonces no se penaliza. Se siguen los mismos procesos y las mismas restricciones para los romances de oficina en general”, explica Cravino.

En caso de que los involucrados trabajen en distintas empresas, que compiten entre si, tampoco hay regulaciones desde el marco legal pero en general las compañías optan por solicitar a alguna de las partes que renuncie.

Para Juan Minghini, del Estudio Minghini, Alegría y Asociados “debe recordarse que la Ley de Contrato de Trabajo no establece imposibilidad alguna a la relación afectiva entre empleados, sean estos de igual o diferente categoría”. Asimismo el letrado coincide con Crevino en advertir a las empresas que establezcan en forma clara y precisa la limitación que pretendieran efectuar a la vinculación íntima de los empleados.

“Además de plasmarlo en los respectivos reglamentos internos, deberán contar con la recepción y conformidad de cada empleado al momento mismo del inicio de la relación laboral. Se evita con ello la invocación, por parte de los empleados, de modificaciones o alteraciones de la relación de trabajo, hoy actualmente prohibidas por el art. 66 de la Ley de Contrato de Trabajo”, explica Minghini.

En cuanto a los efectos que puede tener el romance sobre la productividad de la pareja, varios estudios consignan que en general los enamorados, en tanto la relación afectiva no sea conflictiva, aumentan su motivación e interés en el trabajo.Según estudios de la consultora internacional Randstadt, la productividad de cada uno de los miembros de la pareja aumenta un 20%.

De todos modos, los inconvenientes en la organización afloran cuando comienzan los conflictos, hay rupturas, denuncias o manejos de poder. Este tipo de situaciones afectan la productividad de los enamorados e inevitablemente enrarecen el clima laboral de la oficina. De persistir los conflictos, las empresas acuden en general a la justicia.

“Sin embargo, en estos fallos, no se discute la relación de romance ya que sino la empresa puede ser acusada de discriminación. Lo que si se puede alegar es baja de productividad o de mal desempeño”, advierte Minghini. Asimismo las encuestas demuestran que los empleados ven con buenos ojos los romances de oficina entre compañeros siempre y cuando no haya una relación de subordinación y poder entre los miembros.

En este sentido, varias empresas norteamericanas cuentan con un número gratuito, llamado 0800 ética, donde cualquier empleado puede denunciar un acto que considere ilícito. Hasta el momento, las denuncias de affaires entre jefes y subordinadas y acoso sexual están a la cabeza. Otro dato no menos sorprendente de la encuesta Randsstadt consigna que el 53% de los entrevistados admitió que le interesaría tener una relación sentimental en la oficina. Tan sólo el 10% dijo que a pesar de que aprueba el romance, no tendría ningún tipo de vinculación afectiva de haber una relación de poder, es decir, con un jefe.*

*Nota publicada en revista Fortuna (www.fortunaweb.com)



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